Cada una marcó una progresión, un avance decisivo en relación a los modelos clásicos instaurados anteriormente por Haydn y Mozart. El caso de la Novena es paradigmático pues es el punto cúlmine, a la vez que el pináculo de todo lo que podríamos considerar como creación musical patrimonio de la humanidad.
El punto de quiebre que decantó con esta obra fue la inclusión de voces en un género que es propiamente instrumental como es la sinfonía. El origen de esto radica es que Beethoven en 1822 empezó a trabajar en dos proyectos, una sinfonía en Re menor y lo que sería un anhelo de toda la vida para él: musicalizar el poema “Oda a la Alegría” del vate alemán Friedrich Schiller (1759-1805). En un momento, decidió unir ambas ideas, con el uso de la “Oda” como punto climática y final de la sinfonía.
Así, concluyendo la partitura en 1824, la estructura quedó fijada en cuatro partes (movimientos), donde el cuarto y final utiliza coro y voces solistas, con una selección del extenso poema de Schiller, que no es más que un llamado a la hermandad en la humanidad.
El primer movimiento es enigmático, misterioso, y musicalmente progresivo, casi como si Beethoven se estuviera anticipando en cien años a la música del siglo XX. El segundo movimiento es similar a una imponente marcha, y vemos cómo el compositor puede generar grandes estructuras a través de pequeñas células melódicas. El tercer movimiento es un momento de reposo, una imaginación de ensueño casi pastoral. En relación con el resto de la obra, a veces se nos olvida lo bello que es este fragmento por sí mismo.
El cuarto movimiento se inicia con una larga introducción instrumental, donde se alude al tema principal de cada uno de los movimientos anteriores y donde se expone la famosa melodía que todos reconocemos como la “Oda a la Alegría”.
Rápidamente entra un barítono solista: “¡Oh amigos, no esos tonos! Entonemos otros más agradables y llenos de alegría”. El coro responde, y comienza el desarrollo en torno a los versos de Schiller. Hay drama, hay contraste y un poderoso clímax final. Es el gran llamado de Beethoven a dejar de lado las barreras que separan a los seres humanos.
Álvaro Gallegos – Premio a la Música Nacional Presidente de la República con mención en Producción Fonográfica.